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miércoles, 25 de mayo de 2011

Comunicado

Comunicado en el XIII Aniversario del Martirio de Monseñor Gerardi

El 26 de abril de 1998, hace 13 años, Monseñor Juan Gerardi Conedera transitó por el mismo camino de miles de víctimas guatemaltecas que le precedieron en el martirio. Víctimas a las que por medio del proyecto de la Recuperación Histórica dio un rostro y una historia, y a quienes dignificó. Pero al mismo tiempo, aquel día fue como un reinicio de la búsqueda de justicia.
En nombre de esa lucha por la justicia hacemos un llamado a la sociedad guatemalteca y en particular a las comunidades cristianas, a perseverar en la demanda de justicia ante las muchas violaciones a los derechos fundamentales del pasado y del presente.
Reconocemos los avances que se han dado en el Ministerio Público y exigimos a los jueces, fiscales, investigadores y a todos aquellos servidores públicos que deben velar por el cumplimiento de la justicia, que se comprometan con las víctimas, apliquen la ley y rescaten el sistema de justicia.
Conscientes de las debilidades aún no superadas por las instituciones del Sector Justicia en nuestro país, alentamos el esfuerzo de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG-, oportunidad para contribuir a la construcción de un genuino Estado de derecho.
Han transcurrido también más de 15 años de la firma de los Acuerdos de Paz, que ahora parecen lejanos pero que en su momento significaron la esperanza de lograr no solo el fin de un largo conflicto armado que desangró a nuestra sociedad, sino también la posibilidad de iniciar un proceso de reconocimiento de derechos, de construcción democrática y de un desarrollo que permitiera remontar las causas que provocaron ese conflicto. Los Acuerdos contaron, entre otros promotores, con Monseñor Gerardi, quien tenía claro que la paz se logra a través del reconocimiento de la verdad, por más dolorosa que pueda ser, y a través de la aplicación de la justicia como condición indispensable para la reconciliación.
A las puertas de un nuevo proceso electoral que parece evidenciar la pérdida de valores y el desconocimiento de la ley por parte de muchos actores políticos, lamentamos el impune quebrantamiento de la ley electoral, las campañas negras y el extremo de eliminar físicamente a las personas que aceptaron candidaturas en grupos o partidos políticos adversarios. Si así se irrespeta la ley ahora, ¿qué se podrá esperar de aquellos partidos cuando resulten electos?
Hacemos un llamado, pues, en nombre de los valores que impulsó Monseñor Gerardi, para que los partidos políticos y sus líderes, observando las reglas del juego, dejen a un lado la demagogia y presenten a la ciudadanía un proyecto de nación y un programa de gobierno que responda a las necesidades urgentes de las mayorías. Solo así podremos determinar con nuestro voto el futuro de los próximos cuatro años en una fórmula que apunte hacia los cambios estructurales urgentes y necesarios para llegar a la “GUATEMALA DISTINTA”, anunciada por Monseñor Gerardi y basada en la verdad, la justicia, la paz y una auténtica democracia.
Monseñor Gerardi, nuestro Obispo hermano, con su gran lucidez e indiscutible capacidad de análisis, señaló la exclusión, la marginación y la discriminación como los elementos detonadores de la violencia. Agravadas por diversas formas del crimen organizado, la injusticia y la escandalosa brecha que separa a quienes nadan en lujos y riquezas, de los pobres que no tienen ni una tortilla que ofrecer a sus hijos, son la causa de nuestros graves problemas como país, como economía y como Estado. Crean serias tensiones socioeconómicas y políticas, debilitan las instituciones, empujan a numerosos niños y jóvenes a la violencia y nos encadenan en la inseguridad que es una de las sobresalientes características de nuestra sociedad, de la que cada día pareciera más difícil liberarnos.
Exigimos justicia para las comunidades campesinas en la Cuenca del Polochic, desplazadas por las empresas productoras del etanol y por las fuerzas policíacas de un gobierno que de palabra defiende a los pobres pero de hecho favorece a la oligarquía. Exigimos justicia para las familias y comunidades de los jóvenes asesinados en el Río Dulce donde los latifundistas actúan impunemente y niegan el derecho de los pueblos indígenas a su territorio, base de su vida material y de su cultura. Exigimos respeto a los derechos de tantos pueblos indígenas que en San Marcos, El Quiché, Huehuetenango y otros lugares se han pronunciado contra la minería que se mantiene operando incluso en los lugares donde la CIDH exigió el cierre de la mina; y contra las plantas hidroeléctricas y otros mega-proyectos que solo benefician a los grandes empresarios nacionales e internacionales pero dejan en la miseria a las comunidades que pueblan aquellos sitios.
En este décimo tercer aniversario del martirio de nuestro obispo hermano, nos comprometemos con su memoria y su legado. Apoyamos las I Jornadas Teológicas Centroamericanas y Caribeñas, que en estos días se realizan en Guatemala, en el marco de la conmemoración de nuestro obispo mártir. La fe en Dios no es algo irrelevante en la sociedad. Por eso, animamos a los teólogos y teólogas que vienen a trabajar en Guatemala, a que subrayen la importancia del Dios Padre y Madre, infinitamente compasivo y misericordioso en un mundo tan necesitado de luz y calor humano, inspirándose en el Concilio Vaticano II, en la teología latinoamericana y en el pensamiento teológico que se encuentra implícito en la entrega de Monseñor Gerardi y demás mártires, hombres y mujeres, de nuestra región. Reunidos y reunidas en el MOVIMIENTO MONSEÑOR GERARDI, nos atrevemos a retomar la consigna de Don Samuel Ruiz, su gran amigo, fallecido en enero de este año: “Estar arriba con los de abajo, estar adentro con los de afuera, y caminar para que las cosas no sean iguales”.

Movimiento Monseñor Gerardi (MMG)
Guatemala de la Asunción, Abril 2011